Intérpretes | Desirée Belmonte, Clara Crespo, Pau Gregori y Lara Sanchís |
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Intérpretes virtuales | Joan Collado, Floky, Paul Rodden y Gisela Socolovsky |
Composición y Música en directo | Pedro Acevedo |
Audiovisuales | Antonio Segurado |
Luces | Isaak Torres |
Espacio e ilustraciones | Joan Collado |
Vestuario | Mónica Martí |
Asesora de movimiento | Rocío Pérez |
Asesor de Dramaturgia | Xavi Puchades |
Ayudante de dirección | Joan Collado |
Texto y dirección | Desirée Belmonte |
Colaboran | Teatre del Pont Flotant y Teatro de Los Manantiales |
«[…] He aquí un discreto y bello espectáculo. Desirée Belmonte ha concebido una fábula que va entretejiendo con habilidad las acciones de los personajes de la historia con las peripecias auténticas vividas por ella misma en su deambular por la selva amazónica, de tal modo que los planos de la ficción y la realidad, lo soñado y lo vivido, se fusionan de manera elocuente y efectiva… El resultado es un relato escénico atractivo e intimista que nos lleva a pensar en las muchas posibilidades que puede tener lo real maravilloso trasladado al mundo de la escena. Posee el encanto de la búsqueda auténtica […]»
«Según le cuenta una viejecita de Camiña a la polifacética artista Desirée Belmonte, hara es como se denomina en aymara al equilibrio entre la parte blanca y la parte negra que posee todo ser humano. Este equilibrio es el que busca la protagonista de la obra, Hara, a través de un viaje alucinado por Perú en compañía de doña Costra, una extraña mujer varonil, y Dedos, un autóctono con tendencia al suicidio que lleva su pene disecado en el bolsillo. Belmonte toma una historia de la tradición popular peruana (La Leyenda del Lago Rojo) y la transforma en un montaje teatral arriesgado pero bien resuelto, capaz de aunar una pluralidad de medios expresivos sin aturdir al espectador ni caer en la incoherencia.
La artífice del sello Teatro de la Catrina, quedó fascinada por los relatos folklóricos que conoció durante un viaje por el Perú y el Chile rural… Desirée Belmonte escribe el texto, dirige el montaje, actúa en él y lo produce. Pero es, sobre todo, la demiurga que controla, desde delante del escenario, con un portátil y un proyector, todo lo que sucede ante el público. Las proyecciones de imágenes y vídeos sobre su viaje sirven de decorado y conviven perfectamente a nivel espectacular con los actores de carne y hueso. Un recurso muy bien empleado en escena aunque, a priori, parezca increíble, son los e-mails que la autora enviaba a sus amigos durante su viaje y que ella misma lee. La música en directo con instrumentos andinos y guitarra eléctrica, redondea el montaje […]»