UN CADÁVER EN LA ORILLA

Estaba hinchado y rígido.
Tenía los ojos abiertos y las moscas se lo estaban comiendo.
Su pelo era atigrado.
Debió ser un perro bastante atractivo.

Tal vez la marea le arrastró hasta la orilla después de ahogarse en el Mar.
Tal vez se cayó del barco de un pescador mientras este dormía.
O quizá se deshicieron de él porque ya no le querían.
No tenía heridas de pelea.

Es incómodo pasear por la orilla y no saber cuándo te lo vas a encontrar.
No tengo un referente claro de dónde está.
Tal vez ya se lo han llevado, hoy es sábado y un cadáver canino en el Caribe no es un buen reclamo para los turistas.

Pero si continúa allí, estará más hinchado que ayer y ya no tendrá ojos con los que mirar las caras de espanto de la gente al descubrirlo.
Los gallinazos le habrán arrancado las orejas y ya no podrá escuchar los chillidos de los niños cuando tropiecen con él mientras juegan en la arena

Ya no habrá más Rumor de Viento.
Ni Baño de LLuvia.
Ni Danza de Garza.
Ya no habrá más Espejo de Luna.

Aullemos por Él.

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